Debo
simpatizar con las posiciones de aquellos docentes que no están de acuerdo con
el ENFOQUE POR COMPETENCIAS y no, porque tengan razón en su análisis, sino
porque los RESULTADOS les afectan tanto a los míos como a mí mismo. Sin
embargo, debo seguir insistiendo, esto es así porque, desde las instancias de
gestión educativa hasta los mismos docentes, no la estamos implementando
adecuadamente.
Hoy por hoy,
la experiencia en el aula no es más que la manifestación de una serie de
actividades simples, rutinarias y dogmáticas que para nada promueven el
desarrollo de competencias. So pretexto de una «educación para la vida» se expone a los estudiantes a una educación
carente de profundidad y complejidad, reduciendo la importancia de los
conocimientos y confundiendo habilidades de orden superior por inferior, retos
por simples preguntas, retroalimentación por comentarios vacíos, pensamiento
crítico por simple opinión, creatividad por ocurrencia, etc.
No obstante,
nada de esto se encuentra en los postulados de sus principales teóricos: Vigotksy,
Piaget, Ausubel, Lipman, Anderson, Ravela y más. Por el contrario, la propuesta
de estos se caracteriza por su énfasis en la construcción del conocimiento, el
desarrollo del pensamiento crítico a partir de la deducción lógica y el manejo
de evidencias, la creatividad sobre la base del buen saber, la actuación
resultado de un proceso de concienciación e indagación, etc.
Se trata
entonces de cambiar la ruta que venimos emprendiendo, hacer que la experiencia
escolar promueva verdaderamente los saberes que el estudiante requiere para
enfrentarse al mundo de hoy. La presente propuesta tiene este propósito.
Empecemos por
la llamada EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA.
La práctica
de esta, como lo hemos descrito ya anteriormente, nos ha demostrado que estas
evaluaciones terminan siendo, al igual que muchas otras acciones, solo
nomenclaturas que se plasman en los documentos curriculares, pero que no guian,
para nada, la construcción de la programación que se hace a lo largo del año y
de las experiencias escolares que se generan a nivel del aula. Las razones
pueden ser muchas: inadecuada implementación del enfoque —como ya lo hemos
dicho—, simple desidia de parte del docente, escaso conocimiento al respecto,
etc. Lo que sí es importante es entender que esta evaluación debiera INSPIRAR
las acciones que ha de emprender el docente a lo largo del año escolar.
Así, la
propuesta presta atención a dos aspectos que creo fundamentales: las tareas que
se propone al estudiante y los procesos que emprende el docente al valorar las
evidencias. Con respecto a las tareas, los ejemplos que aquí se presentan, consideran:
o
a los conocimientos como recursos para desarrollar competencias,
o
la importancia de las habilidades cognitivas en el desarrollo de
las de orden superior,
o
la significatividad de los retos para movilizar las habilidades,
o
el tiempo que requiere la movilización de habilidades para cumplir
el reto,
o
las tareas auténticas como estrategia ideal para evaluar formativamente,
Por otro
lado, están también las habilidades y capacidad del docente para generar
alternativas de mejora a partir del análisis de las evidencias. Si bien es
cierto que existe mucha información al respecto, en la práctica pareciera no
estar dando los frutos que se espera. Por ello, la presente propuesta:
o
presenta ejemplos prácticos,
o
se guía y orienta por términos y procesos claves,
o
se enfoca principalmente en la interpretación y la complejidad del
reto,
o
hace uso del currículo de Educación Básica, etc.
Emprendamos pues esta aventura…
No hay comentarios:
Publicar un comentario